El poder devolver la vida a los muertos no solo ha fascinado a escritores y dramaturgos a lo largo de los siglos, sino también a los científicos. Como en múltiples referencias del pasado, la conservación perfecta de la integridad del cuerpo humano después de la muerte forma parte de ese ideal. En el mundo actual, muchas de estas aspiraciones se focalizan en la preservación de los órganos de los donantes por más tiempo, para que éstos puedan ser trasplantados.
El proceso para conseguir un órgano donado reviste muchas complicaciones, desde conseguir aquellos que sean compatibles, los cuales son escasos (por ejemplo, en Latinoamérica el rango de donantes en 2019 fue de 2.3 a 21.4 donadores de órganos por millón de personas); colectar el órgano e implantarlo en el paciente, y esperar a que éste funcione adecuadamente. A esto hay que sumar el que no siempre el paciente y el donante coinciden en el mismo momento y lugar. El órgano, una vez cosechado del donante, no cuenta con un tiempo de vida muy largo, es por eso que los especialistas deben actuar rápido. Actualmente ya existen equipos capaces de prolongar el periodo de vida de estos órganos colectados, como es el caso de las máquinas EMCO, pero no por mucho tiempo y sin poder evitar que se ocasionen algunas alteraciones a los tejidos.
Ante este problema, científicos de la universidad de Yale han creado un cocktail parecido a la sangre. Este fluido tiene la capacidad de proporcionar oxígeno a los tejidos y restaurar de forma parcial la actividad celular en diversos órganos, como el corazón, cerebro y riñón. Este cocktail está conformado por sangre del animal usado para el experimento -en este caso se utilizaron cerdas (Sus scrofa domesticus, 30–35 kg)- además de fármacos aprobados que puedan reducir la inflamación, prevenir la formación de coágulos y minimizar la muerte celular.
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