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Desde finales de los años 50, la carrera espacial tuvo como protagonistas a diferentes animales. Desde moscas hasta la famosa perra Laika en el Sputnik en el año 1957, pasando por monos, gatos y ratones. De todos los posibles animales candidatos para ser enviados al espacio, los ratones (Wild type C57BL/6N y Mstn −/− ) se convirtieron en parte de la tripulación de la Estación Espacial Internacional cuando arribaron a ella el pasado diciembre.
Los ratones son considerados animales modelo, es decir, se utilizan en investigaciones para poder hacer comparaciones con otros organismos, como por ejemplo, humanos, y de allí arribar a conclusiones y poder predecir qué podría suceder con nosotros en condiciones similares. Estos 40 ratones que estuvieron en el espacio eran especiales, ya que habían sido modificados genéticamente para poder estudiar los efectos en la señalización de una proteína llamada miostatina o MSTN y Activina A cuya función es la de mantener la homeostasis entre el músculos y huesos.
El estudio estuvo conducido principalmente por The Jackson Laboratory for Genomic Medicine, el Departamento de Genética y Ciencias Genómicas de la Universidad de Connecticut, la NASA, entre otras instituciones. El objetivo del trabajo científico fue investigar el efecto sobre la señalización de MSTN y Activina A en los ratones que fueron enviados al espacio por un período de 33 días. Antes de iniciar la misión algunos de los ratones fueron modificados genéticamente para aumentar su masa muscular. Al regresar, estos ratones no solo se encontraban perfectamente bien, sino que su musculatura había aumentado casi al doble.
La exposición a la microgravedad y el tratamiento con receptores solubles llevó a la alteración en varias rutas de señalización. Estos resultados tienen implicancias en tratamientos terapéuticos para combatir la pérdida de hueso que sufren las personas con osteoporosis, distrofias musculares, entre otras afecciones en el entorno terrestre, como así también, los astronautas en el espacio, sobre todo cuando son expuestos a misiones prolongadas.
“Estamos a años de distancia, pero así es siempre cuando se pasa de los estudios con ratones a los estudios humanos”, comentó Emily Germain-Lee, coautora del estudio. “Aunque los ratones tienen una fisiología muy similar a la de los humanos, a veces lo que aprendemos en ellos no se traduce exactamente en los humanos. Todavía hay mucho trabajo por hacer para desarrollar tratamientos para humanos, pero creemos que este tipo de estrategia encierra una gran promesa”, añadió.
Bibliografía
1.- Lee, S., Lehar, A., Meir, J., Koch, C., Morgan, A., & Warren, L. et al. (2020). Targeting myostatin/activin A protects against skeletal muscle and bone loss during spaceflight. Proceedings Of The National Academy Of Sciences, 117(38), 23942-23951. doi: 10.1073/pnas.2014716117
2.- Choi, C (2020). Buff space mice could stop astronauts from losing bone and muscle mass. Disponible en: https://www.space.com/mice-muscle-bone-loss-microgravity-myostatin.html?utm_source=twitter&utm_medium=social&utm_campaign=dlvr.it